Los fines de semana y días festivos es común ver desde temprano en la mañana a muchos montañistas en los autobuses y el metro dirigiéndose a las diversas montañas que existen en Seúl y los alrededores. Corea es un país muy montañoso, a tal punto que el 70% de su superficie está ocupada por elevaciones. No extraña que el montañismo sea el deporte nacional de los coreanos. Según datos estadísticos, ocho millones de coreanos ascienden a alguna montaña más de una vez al mes. Las montañas coreanas no son difíciles de subir y, además, son acogedoras y tienen unos paisajes espléndidos, valles y arroyos cristalinos y formaciones rocosas muy bellas. Es natural que todo el mundo quiera irse a la montaña en Corea. Cada vez que el cansancio de la subida agobia a los montañistas, la naturaleza borra de un plumazo la fatiga regalando paisajes que son una verdadera fiesta para los sentidos. En primavera, ofrecen coloridas flores; en verano, el verdor y la sombra; en otoño, los cálidos colores del fuego; y en invierno, el refulgente blanco de la nieve. Este paisaje que se transforma mágicamente a lo largo del año es lo anima a los montañistas a llegar hasta la cima. Los pies parecen pesar plomo y la fatiga hace que sea difícil respirar. Dan ganas de sentarse en el suelo y tirar la toalla. Entonces siempre hay una mano amiga que anima a los más rezagados a proseguir. Por esta razón, cuando se sube a la montaña, se profundiza el cariño de los esposos, se multiplica el amor de los enamorados y crece el compañerismo y la amistad entre los amigos. A mitad de camino, cuando la fatiga y la sed impiden seguir la marcha, un sonido alegre y cristalino aligera el paso de los montañistas. Es un manantial de agua fresca, otro de los grandes regalos que proporciona la montaña. Cuando uno no se rinde y llega hasta la cima, se siente una incomparable sensación de satisfacción y plenitud. Hecho esto tan difícil, ya nada parece imposible. Y lo mejor de todo, junto a uno están los compañeros de marcha con quienes compartir esta sensación de victoriosa euforia. Es el momento de sacar las viandas y bebidas que se ha traído en las mochilas para brindar y saciar el apetito, que no puede ser más voraz después de la extenuante subida. Gracias a que el fervor de los coreanos por el montañismo se multiplica año tras año, el rubro de indumentaria para actividades al aire libre se ha convertido en una floreciente industria. El mercado de la indumentaria de montañismo movía hace cinco años atrás 1 billón de wones, es decir, cerca de 85 millones de dólares. En la actualidad, se ha cuadriplicado esta cifra. En estos días, los montañistas no sólo buscan colores y diseños espléndidos sino también funcionalidad y propiedades especiales, dignas de escaladores profesionales.
Fuente: Kbsworld
